27 feb 2008

cuando sea grande

Esta es una pequeña reflexión ilustrada, para aquellos días en que odiamos lo que somos y lo que decidimos hacer para vivir.

3 comentarios:

La bendita manía de ensayar dijo...

Una Carrera. Guarda cierta similitud con el matrimonio, al principio te inunda el amor y entusiasmo, no hay nadie que te haga creer que tomaste una decisión errada, después le encuentras detalles que no te agradan del todo. Surge una rutina, dias agradables y otros indeseables. De repente ves a otras profesiones y sientes deseos por experimentar con ellas. Pero vuelve a amanecer y ponemos los pies en la relidad, es un nuevo día, reunimos el entusiasmo que queda y salimos de casa con una sonrisa teniendo en mente que hay un matrimonio que se debe salvar.

Juan A. Vintimilla V. dijo...

Y yo que creí que solo por ser estudiante tenia esta clase de días, es bueno saber que ese sufrimiento va a regresar en el futuro, jajaja.

Por otro lado, lo bueno de que existan días en los que odiamos al diseño, es que podemos recurrir a él para desahogarnos, cosa que no podemos hacer ni con las esposas ni con las novias, ya que eso usualmente complica más la situación.

Adn Montalvo Estrada dijo...

¿En serio? Pero supongo que como en el caso del diablillo, dejar de lado lo que somos es como pretender ser otra persona. Como fingir ser otro. Siempre está el caso de haber escogido mal la profesión, y de eso hay mucho, tanto como de haber escogido mal la pareje y eso más temprano que tarde nos hace miserables. Yo escogí mal a mi pareja la primera vez, afortunadamente de los errores es de lo que más se aprende. Gracias al universo escogí muy bien la profesión y aunque hay días difíciles, se que estoy donde debo estar.
En todo caso, Masaki, siempre quedan opciones laborales. Ánimo.